La sagrada labor de forjar a las personas construye nuestro futuro

Forjar a la juventud significa construir nuestro futuro.
Extendamos ampliamente en nuestra sociedad la cálida luz del apoyo a los valores humanos. Los valores humanos surgirán en el lugar donde
haya una firme determinación de encontrar a esas personas,
de forjar a las personas y de sembrar las semillas para el futuro.

La filosofía de vida y las palabras de aliento en la fe,
que los antecesores en la fe comparten humildemente,
quedarán sin duda grabadas en los puros corazones de la gente joven.
Por lo tanto, es fundamental enseñarles lo que significa
ser una persona de fe y un sucesor de valor a través de la interacción humana y continuar transmitiendo nuestro aliento sincero.

No se trata de formalidades a la hora de forjar a las personas.
Lo que importa es preocuparnos por ellas desde lo más profundo de nuestro corazón. Consideremos a nuestros sucesores como hermanos, hermanas y nuestros propios hijos, e interactuemos con ellos con nuestra mayor sinceridad.
Apoyémoslos para que puedan mantener una fe firme a lo largo de sus vidas.
Aunque a veces algunos puedan alejarse de la fe,
continuemos apoyándoles para que sean capaces de avanzar de nuevo
junto con sus compañeros de fe.
Nunca debemos olvidar este punto fundamental.

Los antecesores en la fe y los responsables no debemos escatimar esfuerzos al enfrentar desafíos y dificultades.
La única forma de forjar valores humanos es
a través del propio ejemplo de servir a otros

y de difundir coraje y esperanza a la gente a su alrededor. Esfuércense con firmeza en su propia revolución humana
con una renovada determinación, como si hubieran vuelto a nacer.

Quienes aman a la juventud y aprenden de ella permanecen jóvenes por siempre. Esto es porque en la labor sagrada de forjar a las personas hay un futuro infinito. Un verdadero valor humano es alguien que por sí mismo forja valores humanos.