59 – El Palacio Real

He recibido sus mil quinientas monedas. Celebro que me haya informado en detalle sobre el incendio [que destruyó el templo Gokuraku-ji]. La destrucción por fuego corresponde al tercero de los siete desastres descritos en el Sutra de los reyes benevolentes y al primero de los siete desastres mencionados en el Sutra del loto.1

No hay espada que pueda cortar el aire; no hay fuego capaz de quemar el agua. Del mismo modo, ningún incendio puede hacer daño a un venerable, a un sabio, a una persona de buena fortuna o a un erudito. Por ejemplo, se dice que la gran ciudad de Rajagriha, en la India, albergaba novecientos mil hogares, pero fue destruida por incendios que estallaron en siete oportunidades. Cuando el Rey vio a la población huir desesperada, su angustia fue incontenible. En ese momento, un hombre de sabiduría le dio este consejo: «El fuego, uno de los siete desastres, ocurre cuando al gobernante se le acaba su buena fortuna y cuando un venerable abandona el país. No obstante, en este caso, los diversos incendios arrasaron con las viviendas de los súbditos, pero el Palacio Real ha quedado indemne. Esto indica que la falta no reside en el soberano, sino en los habitantes. Por lo tanto, si Su Majestad otorga a la ciudad en que ellos viven el nombre de Rajagriha, ‘Palacio Real’, la deidad del fuego no se atreverá a quemar sus hogares». El Rey vio en ello un consejo razonable y llamó Rajagriha a la ciudad. Y nunca más se produjeron incendios. Esta historia nos enseña que el fuego no puede destruir a la persona de gran buena fortuna. 

Sin embargo, en este país acaba de incendiarse el palacio del sogún, señal de que la buena fortuna del Japón está a punto de agotarse. Las calamidades ocurren cada vez con más frecuencia, probablemente porque hay sacerdotes involucrados en actos contra la enseñanza correcta que oran con fervor para destruirme.

El nombre revela la esencia de las cosas. El sacerdote Dos Fuegos2 es un venerable que denigra la Ley, maestro de personas de alta y de baja estirpe en todo Kamakura. Uno de los dos incendios se centró en su propio territorio y redujo el Gokuraku-ji[Templo del Paraíso] a un Jigoku-ji [Templo del Infierno]. El otro devoró el palacio del Regente.

A su vez, este doble incendio no sólo afecta al país en el presente; además, predice que el maestro y sus discípulos en todo el Japón caerán en el infierno del sufrimiento incesante en su próxima existencia, donde arderán entre las llamas del Avichi. Los sacerdotes ignorantes no quisieron prestar oídos a las palabras de un hombre de gran sabiduría, y el resultado ha sido esta catástrofe. ¡Qué lamentable! Ya le he escrito acerca de esta cuestión.

p.512Dicho sea de paso, solté la yegua que usted me obsequió para que pastara, y parece que halló un compañero, pues ha dado a luz un potrillo de color castaño. ¡Qué caballo estupendo! Quiero que lo vea, sin falta.

Aquí también se ha hablado bastante de la monja laica de Nagoe. Me han dicho que alguien se la encontró y la reconvino seriamente por estar elogiando la doctrina teórica sobre la posesión.3

En cuanto a las oraciones de su esposa, tengo la sospecha de que su fe es débil, aun cuando ella no dude del Sutra del loto. He descubierto que algunas personas parecen creer como enseña el sutra, pero en realidad no tienen fe firme en absoluto, como usted ya ha tenido oportunidad de comprobar. Por otra parte, entender la mente de una mujer es más difícil que enlazar el viento. El hecho de que las oraciones de ella no obtengan respuesta es como un arco fuerte tendido con una cuerda débil, o como una filosa espada en manos de un cobarde. De ninguna manera es culpa del Sutra del loto. Explíquele con detenimiento que debe abandonar, de una vez por todas, las enseñanzas del Nembutsu y de la escuela Preceptos, y enseñar esto mismo a otros con toda su capacidad, de la misma manera en que usted ha mantenido una firme fe pese al odio de sus semejantes. Si bien ella cree en el Sutra del loto, no estoy seguro de que los enemigos del sutra despierten en ella la misma aversión que le provocaría una cortesana. 

En todos los asuntos mundanos, los que se oponen a sus padres o desobedecen a su gobernante se exponen a la ira de los cielos por su falta de amor filial o de lealtad. Pero si el progenitor o el gobernante actúan como enemigos del Sutra del loto, la desobediencia pasa a ser una expresión de amor filial y se convierte en una forma de saldar nuestra deuda de gratitud con la nación. Por lo tanto, desde que leí por primera vez el Sutra del lotohe mantenido la fe sin vacilar, aun cuando mis padres, con las palmas de las manos unidas, me imploraron que desistiera; aun cuando mi propio maestro me expulsó y el señor feudal de Kamakura [el Regente] me desterró dos veces y estuvo a punto de decapitarme. Y gracias a que perseveré sin temor, hoy hay personas que piensan que mis enseñanzas tal vez puedan ser ciertas. Nichiren quizá sea la única persona en todo el Japón que, habiendo desobedecido al soberano, a sus padres y a su mentor, así y todo sigue recibiendo la protección de las deidades celestiales. Observe lo que sucederá en el futuro. Si los sacerdotes que me denigran resuelven orar por la paz del país, sólo precipitarán la ruina de esta tierra. Por fin, cuando las consecuencias lleguen a ser realmente graves, todos, desde el gobernante hasta las filas del pueblo, acabarán siendo esclavos de los mongoles de coleta, y tendrán amargas causas de arrepentimiento.

Pero dejando a un lado la próxima existencia, como aviso a las personas en esta vida, he ordenado a los señores celestiales Brahma y Shakra, a las deidades del Sol y de la Luna, y a los cuatro reyes celestiales que castiguen a los que actúan como enemigos del Sutra del loto. Podrán juzgar, por los resultados de mi predicción,4 si soy o no el devoto del Sutra del loto

Si hablo así, tal vez el gobernante y otras personas piensen que estoy lanzando amenazas, pero no es el odio, en absoluto, lo que motiva mis palabras. Digo todo esto con profundo amor compasivo, para permitir que el pueblo erradique en esta vida los tormentos del infierno del sufrimiento incesante, en los cuales, de otro modo, se verían destinados a caer. El gran maestro Chang-andijo: «Quien libra del mal al que actúa erradamente es como un padre para esa p.513persona».5 Nichiren, al reconvenirlos por sus malas acciones, es el padre y la madre del soberano, y el maestro de todos los seres vivos.

Quisiera decir muchas cosas más, pero voy a detenerme aquí. Le agradezco el costal de trigo pulido y de jengibre que me ha obsequiado.

Nichiren

En el vigésimo día del cuarto mes, primer año de Kenji (1275), signo cíclico kinoto-i.

Respuesta a Shijo Kingo

Antecedentes

Esta carta fue escrita en respuesta a un informe de Shijo Kingo, según el cual habían estallado dos incendios: uno en el templo Gokuraku-ji, y otro en el palacio del sogún o gobernante militar. El tercer mes de 1275, las llamas redujeron a cenizas el Gokuraku-ji, templo de Kamakura perteneciente a la escuela Palabra Verdadera-Preceptos. 

En ese momento, el Japón se hallaba en plena convulsión. El décimo mes de 1274, los mongoles habían lanzado un amplio ataque militar contra la región meridional del país. Esto contribuyó a crear en el pueblo un estado de pronunciada inquietud. La amenaza mongola se agudizó el cuarto mes de 1275, cuando se presentó nuevamente un enviado del Kubilai Khan en las costas del país para exigir que el Japón jurase lealtad a su Imperio o se expusiese a otro ataque.

Nichiren Daishonin sostiene que los incendios en Kamakura y otras calamidades se deben a que el pueblo ha perdido su buena fortuna; y la causa de esto, explica, yace en la actitud de denigrar la enseñanza correcta. El título de esta carta proviene de la antigua historia de Rajagriha (‘Palacio Real’), capital del reino indio de Magadha. El Daishonin cita este relato —⁠mencionado por T’ien-t’ai en Palabras y frases del «Sutra del loto»⁠— para fundamentar su posición sobre la necesidad de acumular buena fortuna. 

Luego, valiéndose de un juego de palabras, se refiere al prior del Gokuraku-ji, Ryokan-bo (‘sacerdote Ryokan’), pero lo llama Ryoka-bo (‘sacerdote Dos Fuegos’), para mostrar que el incendio del Gokuraku-ji y del palacio del sogún fueron causados por los actos de Ryokan contra el Sutra del loto. La expresión ‘dos fuegos’ posee más de un significado. Por un lado, alude al incendio que consumió el Gokuraku-ji y el palacio, centros religioso y civil. Por el otro, significa que los actos contra la Ley perpetrados por Ryokan, además de producir el fuego —⁠uno de los siete desastres⁠— en este mundo, harán que él y sus seguidores caigan en el «fuego» del estado de infierno en su próxima existencia. 

Notas

1. El capítulo vigésimo quinto del Sutra del loto enuncia siete desastres de los que uno puede salvarse gracias al poder del bodhisattva Percibir los Sonidos del Mundo: 1) el fuego; 2) las inundaciones; 3) los demonios rakshas; 4) los ataques con espadas y palos; 5) los ataques de yakshas y otros demonios; 6) los encarcelamientos; 7) los ataques de bandidos.

2. Referencia a Ryokan, prior del templo Gokuraku-ji. En un juego de palabras, el Daishonin cambia el nombre «Ryokan-bo» (‘sacerdote Ryokan’) por «Ryoka-bo», que significa «sacerdote Dos Fuegos».

3. Doctrina de T’ien-t’ai según la cual los tres mil aspectos existen en forma teórica en todos los seres.

4. Se refiere a la predicción de ataques extranjeros formulada en la tesis Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, enviada a Hojo Tokiyori en 1260. Esta profecía se materializó con el ataque de las fuerzas mongolas a la región meridional del Japón, en 1274, y con sus amenazas constantes de proseguir la invasión.

5. Comentario sobre el «Sutra del nirvana».