La novena conciencia

Dentro del karma, cada uno tiene su propio conjunto de equipaje para leer la realidad.
Equipaje cerrado, abarrotado, estrecho, que reconoce solo lo que ya sabe.
Y eso tiende a repetir nada más que a sí mismo.
Cada vez más similar y genial.


Purificar los sentidos significa leer la realidad con la novena conciencia, la única realmente libre.
Porque mi novena conciencia soy yo sin ninguna de mis limitaciones.
No sufrió lo que yo sufrí, no tiene recuerdos, no tiene heridas ni eventos dolorosos.
No es defensa, no está limitado, no es pequeño y cerrado: es puro, no contaminado.
Abierta, feliz, amplia.
Vé, y desea la dimensión de la oración por los demás.
La novena conciencia es la misma para todos.
El órgano de significado para capturar la vida.

Como un manantial claro, o un mar que se abre debajo de mis pies, e incluso debajo de los tuyos. La misma fuente o el mismo mar.
Y si hasta la octava conciencia somos solo tú y yo, dos pequeños «yo», en la novena nos encontramos, y percibimos nuestro «gran yo».


Con la oración vas allí. En ese mar En ese espacio libre de karma que no reacciona, no se repite sordo, no acumula acciones ya realizadas.
Y en cambio cambia, va a donde nunca ha estado, pero realmente está.
Orar significa sentirse NAM-MYOHO-RENGE-KYO.
Experimente ser ese mar, lleno de gratitud, dentro de la vida que cambia constantemente.